jueves, 27 de agosto de 2009

bonita reflexion





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lunes, 24 de agosto de 2009

MÚSICA CONSCIENTE IGUAL A LUZ



En su día cree la denominada música Consciente tratando de llenar un espacio (con o sin tiempo) que para mi estaba vacío, es decir que la música que conocía hasta entonces no llegaba hasta donde yo pensaba que podía llegar la vibración de la consciencia.
En mi investigación escucho y siento con todo mi ser otros sonidos-músicas-vibraciones como por ejemplo: Música Multidimensional, Mantras, Clásica, Solfeiggo...etc. Pero me doy cuenta de que a todas ellas les falta algo... ¿qué es ese algo? Les falta lo que yo ahora denomino Luz y la información de la Luz.
Cuando estaba componiendo Centros de Energía Luz llego como una bocanada de aire fresco el CODIGO UNIVERSAL, este descubrimiento progresivo a través de escuchar mi propia alma y dejarla expresarse a través de la música-sonido-vibración-luz, o como le queramos llamar, me hace conectar con todo, es decir, como dirían los antiguos sabios, llego al conocimiento directo de mi Ser total y así a la consciencia Universal de la que formo parte y la cual puedo expresar a través del sonido-música-vibración-energía-luz.

Mucha gente no se cree que a través de la música se pueda llegar a esto pero yo por experiencia propia puedo asegurar de que Si, se puede llegar al conocimiento total del Universo y por añadidura a tu propio conocimiento de tu Ser.
Esto traspasa, por lo menos para mi, todo lo que hasta ahora se nos hacia creer: de que estamos solos en el Universo en un lejano planeta azul en una de sus galaxias llamada Vía Láctea, no esto no es cierto, somos parte del Universo y como tales podemos tener un auto conocimiento del mismo...
Claro, ahora viene la pregunta del millón: ¿Para que sirve el Código Universal o la Luz?
Servir lo que se dice servir no sirve para nada; pero a la vez es el inicio de la experimentación personal en la cual esta todo. Y cuando digo todo es Todo (Dios, la Luz, la vida... es decir la Unidad)
El Código Universal nos puede ayudar a comprender quienes somos verdaderamente, nos ayuda a prevenir y sanar todas las enfermedades, esto si, todo con nuestro centro de Amor e Intención Creadora, si no no sirve para nada ya que si utilizamos este código para seguir siendo egoístas y depredadores del Universo este no se activa en ninguno de nosotros; y si se mal utiliza, un sonido
más, una vibración más e incluso con el tiempo deja de existir, ya que su propósito es la evolución
hacia la Luz, hacia la Creación, hacia la Verdadera Vida...
¿A si que todo lo anterior no sirve para nada?
Todo es válido, todo evoluciona, todo es Luz, todo forma parte del Universo y por decirlo de forma sencilla todos Somos Uno.
Para mi es el descubrimiento más importante de nuestra raza como Humanos y a partir de aquí TODO lo que vivamos es para encontrar nuestro equilibrio y nuestra casa (alma) primero dentro de cada uno de nosotros y después compartirlo con los demás...
¿Te puedes cuestionar estas palabras y el significado de las mismas, e incluso decir que esto es ciencia ficción o fantasía de un músico y un ser humano más?
Eres libre de hacer lo que quieras, tenemos libre albedrío, tenemos libertad y ahora lo tenemos todo... si quieres seguir buscando, cuestionando, comparando y separando lo puedes hacer; pero me parece más inteligente el unir, el compartir, el amar juntos lo que nos pueda llevar a la comprensión y a un ahora más lucido entre todos, no tengo ningún problema el compartir el Código Universal contigo y a la vez el recibir de ti lo que eres, por que yo no soy Dios, soy una parte de él como tú, soy un Ser Humano... nada más y a la vez nada menos, ya que al tener esta certidumbre puedo mirarte a los ojos y saber que la alegría que es tu alma también está en mi, que nuestras almas encuentran lo mismo aunque sea por diferentes caminos...
Estoy tratando de crear música del Alma, Luz del Alma, Vibración del Alma... la expresión es lo de menos, lo importante para mi es lo que transmite..

Articulo de Jaum Kristha.


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domingo, 23 de agosto de 2009

" Tu hijo .... es una buena persona , por el Dr Carlos González"




Cuando una esposa afirma que su marido es muy bueno, probablemente es un hombre cariñoso, trabajador, paciente, amable... En cambio, si una madre exclama "mi hijo es muy bueno", casi siempre quiere decir que se pasa el día durmiendo, o mejor que "no hace más que comer y dormir" (a un marido que se comportase así le llamaríamos holgazán). Los nuevos padres oirán docenas de veces (y pronto repetirán) el chiste fácil: "¡Qué monos son... cuando duermen!"

Y así los estantes de las librerías, las páginas de las revistas, las o­ndas de la radio, se llenan de "problemas de la infancia": problemas de sueño, problemas de alimentación, problemas de conducta, problemas en la escuela, problemas con los hermanos... Se diría que cualquier cosa que haga un niño cuando está despierto ha de ser un problema.
Nadie nos dice que nuestros hijos, incluso despiertos (sobre todo despiertos), son gente maravillosa; y corremos el riesgo de olvidarlo. Aún peor, con frecuencia llamamos "problemas", precisamente, a sus virtudes.


Tu hijo es generoso


Marta juega en la arena con su cubo verde, su pala roja y su caballito. Un niño un poco más pequeño se acerca vacilante, se sienta a su lado y, sin mediar palabra (no parece que sepa muchas) se apodera del caballito, momentáneamente desatendido. A los pocos minutos, Marta decide que en realidad el caballito es mucho más divertido que el cubo, y lo recupera de forma expeditiva. Ni corto ni perezoso, el otro niño se pone a jugar con el cubo y la pala. Marta le espía por el rabillo del ojo, y comienza a preguntarse si su decisión habrá sido la correcta. ¡El cubo parece ahora tan divertido!

Tal vez la mamá de Marta piense que su hija "no sabe compartir". Pero recuerde que el caballito y el cubo son las más preciadas posesiones de Marta, digamos como para usted el coche. Y unos minutos son para ella una eternidad. Imagine ahora que baja usted de su coche, y un desconocido, sin mediar palabra, sube y se lo lleva. ¿Cuántos segundos tardaría usted en empezar a gritar y a llamar a la policía? Nuestros hijos, no le quepa duda, son mucho más generosos con sus cosas que nosotros con las nuestras.

Tu hijo es desinteresado

Sergio acaba de mamar; no tiene frío, no tiene calor, no tiene sed, no le duele nada... pero sigue llorando. Y ahora, ¿qué más quiere?
La quiere a usted. No la quiere por la comida, ni por el calor, ni por el agua. La quiere por sí misma, como persona. ¿Preferiría acaso que su hijo la llamase sólo cuando necesitase algo, y luego "si te he visto no me acuerdo"? ¿Preferiría que su hijo la llamase sólo por interés?
El amor de un niño hacia sus padres es gratuito, incondicional, inquebrantable. No hace falta ganarlo, ni mantenerlo, ni merecerlo. No hay amor más puro. El doctor Bowlby, un eminente psiquiatra que estudió los problemas de los delincuentes juveniles y de los niños abandonados, observó que incluso los niños maltratados siguen queriendo a sus padres.

Un amor tan grande a veces nos asusta. Tememos involucrarnos. Nadie duda en acudir de inmediato cuando su hijo dice "hambre", "agua", "susto", "pupa"; pero a veces nos creemos en el derecho, incluso en la obligación, de hacer oídos sordos cuando sólo dice "mamá". Así, muchos niños se ven obligados a pedir cosas que no necesitan: infinitos vasos de agua, abrir la puerta, cerrar la puerta, bajar la persiana, subir la persiana, encender la luz, mirar debajo de la cama para comprobar que no hay ningún monstruo... Se ven obligados porque, si se limitan a decir la pura verdad: "papá, mamá, venid, os necesito", no vamos. ¿Quién le toma el pelo a quién?


Tu hijo es valiente

Está usted haciendo unas gestiones en el banco y entra un individuo con un pasamontañas y una pistola. "¡Silencio! ¡Al suelo! ¡Las manos en la nuca!" Y usted, sin rechistar, se tira al suelo y se pone las manos en la nuca. ¿Cree que un niño de tres años lo haría? Ninguna amenaza, ninguna violencia, pueden obligar a un niño a hacer lo que no quiere. Y mucho menos a dejar de llorar cuando está llorando. Todo lo contrario, a cada nuevo grito, a cada bofetón, el niño llorará más fuerte.

Miles de niños reciben cada año palizas y malos tratos en nuestro país. "Lloraba y lloraba, no había manera de hacerlo callar" es una explicación frecuente en estos casos. Es la consecuencia trágica e inesperada de un comportamiento normal: los niños no huyen cuando sus padres se enfadan, sino que se acercan más a ellos, les piden más brazos y más atención. Lo que hace que algunos padres se enfaden más todavía. Si que huyen los niños, en cambio, de un desconocido que les amenaza.

Los animales no se enfadan con sus hijos, ni les riñen. Todos los motivos para gritarles: sacar malas notas, no recoger la habitación, ensuciar las paredes, romper un cristal, decir mentiras... son exclusivos de nuestra especie, de nuestra civilización. Hace sólo 10.000 años había muy pocas posibilidades de reñir a los hijos. Por eso, en la naturaleza, los padres sólo gritan a sus hijos para advertirles de que hay un peligro. Y por eso la conducta instintiva e inmediata de los niños es correr hacia el padre o la madre que gritan, buscar refugio en sus brazos, con tanta mayor intensidad cuanto más enfadados están los progenitores.

Tu hijo sabe perdonar

Silvia ha tenido una rabieta impresionante. No se quería bañar. Luchaba, se revolvía, era imposible sacarle el jersey por la cabeza (¿por qué harán esos cuellos tan estrechos?). Finalmente, su madre la deja por imposible. Ya la bañaremos mañana, que mi marido vuelve antes a casa; a ver si entre los dos...

Tan pronto como desaparece la amenaza del baño, tras sorber los últimos mocos y dar unos hipidos en brazos de mamá, Silvia está como nueva. Salta, corre, ríe, parece incluso que se esfuerce por caer simpática. El cambio es tan brusco que coge por sorpresa a su madre, que todavía estará enfadada durante unas horas. "¿Será posible?" "Mírala, no le pasa nada, era todo cuento".

No, no era cuento. Silvia estaba mucho más enfadada que su madre; pero también sabe perdonar más rápidamente. Silvia no es rencorosa. Cuando Papá llegue a casa, ¿cuál de las dos se chivará? ("Mamá se ha estado portando mal..."). El perdón de los niños es amplio, profundo, inmediato, leal.

Tu hijo sabe ceder

Jordi duerme en la habitación que sus padres le han asignado, en la cama que sus padres le han comprado, con el pijama y las sábanas que sus padres han elegido. Se levanta cuando le llaman, se pone la ropa que le indican, desayuna lo que le dan (o no desayuna), se pone el abrigo, se deja abrochar y subir la capucha porque su madre tiene frío y se va al cole que sus padres han escogido, para llegar a la hora fijada por la dirección del centro.

Una vez allí, escucha cuando le hablan, habla cuando le preguntan, sale al patio cuando le indican, dibuja cuando se lo ordenan, canta cuando hay que cantar. Cuando sea la hora (es decir, cuando la maestra le diga que ya es la hora) vendrán a recogerle, para comer algo que otros han comprado y cocinado, sentado en una silla que ya estaba allí antes de que él naciera.

Por el camino, al pasar ante el quiosco, pide un "Tontanchante" , "la tontería que se engancha y es un poco repugnante", y que todos los de su clase tienen ya. "Vamos, Jordi, que tenemos prisa. ¿No ves que eso es una birria?" "¡Yo quiero un Totanchante, yo quiero, yo quiero...!" Ya tenemos crisis.

Mamá está confusa. Lo de menos son los 20 duros que cuesta la porquería ésta. Pero ya ha dicho que no. ¿No será malo dar marcha atrás? ¿Puede permitir que Jordi se salga con la suya? ¿No dicen todos los libros, todos los expertos, que es necesario mantener la disciplina, que los niños han de aprender a tolerar las frustraciones, que tenemos que ponerles límites para que no se sientan perdidos e infelices? Claro, claro, que no se salga siempre con la suya. Si le compra ese Tontachante, señora, su hijo comenzará una carrera criminal que le llevará al reformatorio, a la droga y al suicidio.

Seamos serios, por favor. Los niños viven en un mundo hecho por los adultos a la medida de los adultos. Pasamos el día y parte de la noche tomando decisiones por ellos, moldeando sus vidas, imponiéndoles nuestros criterios. Y a casi todo obedecen sin rechistar, con una sonrisa en los labios, sin ni siquiera plantearse si existen alternativas. Somos nosotros los que nos "salimos con la nuestra" cien veces al día, son ellos los que ceden. Tan acostumbrados estamos a su sumisión que nos sorprende, y a veces nos asusta, el más mínimo gesto de independencia. Salirse de vez en cuando con la suya no sólo no les va hacer ningún daño, sino que probablemente es una experiencia imprescindible para su desarrollo.

Tu hijo es sincero

¡Cómo nos gustaría tener un hijo mentiroso! Que nunca dijera en público "¿Por qué esa señora es calva?" o ¿Por qué ese señor es negro?" Que contestase "Sí" cuando le preguntamos si quiere irse a la cama, en vez de contestar "Sí" a nuestra retórica pregunta "¿Pero tú crees que se pueden dejar todos los juguetes tirados de esta manera?"

Pero no lo tenemos. A los niños pequeños les gusta decir la verdad. Cuesta años quitarles ese "feo vicio". Y, entre tanto, en este mundo de engaño y disimulo, es fácil confundir su sinceridad con desafío o tozudez.

Tu hijo es buen hermano


Imagínese que su esposa llega un día a casa con un guapo mozo, más joven que usted, y le dice: "Mira, Manolo, este es Luis, mi segundo marido. A partir de ahora viviremos los tres juntos, y seremos muy felices. Espero que sabrás compartir con él tu ordenador y tu máquina de afeitar. Como en la cama de matrimonio no cabemos los tres, tú, que eres el mayor, tendrás ahora una habitación para tí solito. Pero te seguiré queriendo igual". ¿No le parece que estaría "un poquito" celoso? Pues un niño depende de sus padres mucho más que un marido de su esposa, y por tanto la llegada de un competidor representa una amenaza mucho más grande. Amenaza que, aunque a veces abrazan tan fuerte a su hermanito que le dejan sin aire, hay que admitir que los niños se toman con notable ecuanimidad.

Tu hijo no tiene prejuicios


Observe a su hijo en el parque. ¿Alguna vez se ha negado a jugar con otro niño porque es negro, o chino, o gitano, o porque su ropa no es de marca o tiene un cochecito viejo y gastado? ¿Alguna vez le oyó decir "vienen en pateras y nos quitan los columpios a los españoles"? Tardaremos aún muchos años en enseñarles esas y otras lindezas.

Tu hijo es comprensivo

Conozco a una familia con varios hijos. El mayor sufre un retraso mental grave. No habla, no se mueve de su silla. Durante años, tuvo la desagradable costumbre de agarrar del pelo a todo aquél, niño o adulto, que se pusiera a su alcance, y estirar con fuerza. Era conmovedor ver a sus hermanitos, con apenas dos o tres años, quedar atrapados por el pelo, y sin gritar siquiera, con apenas un leve quejido, esperar pacientemente a que un adulto viniera a liberarlos. Una paciencia que no mostraban, ciertamente, con otros niños. Eran claramente capaces de entender que su hermano no era responsable de sus actos.

Si se fija, observará estas y muchas otras cualidades en sus hijos. Esfuércese en descubrirlas, anótelas si es preciso, coméntelas con otros familiares, recuérdeselas a su hijo dentro de unos años ("De pequeño eras tan madrugador, siempre te despertabas antes de las seis...") La educación no consiste en corregir vicios, sino en desarrollar virtudes. En potenciarlas con nuestro reconocimiento y con nuestro ejemplo.

La semilla del bien

Observando el comportamiento de niños de uno a tres años en una guardería, unos psicólogos pudieron comprobar que, cuando uno lloraba, los otros espontáneamente acudían a consolarle. Pero aquellos niños que habían sufrido palizas y malos tratos hacían todo lo contrario: reñían y golpeaban al que lloraba. A tan temprana edad, los niños maltratados se peleaban el doble que los otros, y agredían a otros niños sin motivo ni provocación aparente, una violencia gratuita que nunca se observaba en niños criados con cariño.

Oirá decir que la delincuencia juvenil o la violencia en las escuelas nacen de la "falta de disciplina", que se hubieran evitado con "una bofetada a tiempo". Eso son tonterías. El problema no es falta de disciplina, sino de cariño y atención, y no hay ningún tiempo "adecuado" para una bofetada. Ofrézcale a su hijo un abrazo a tiempo. Miles de ellos. Es lo que de verdad necesita.
publicado en A.E.D.http://altaeducacion.ning.com/
Autor: Dr. Carlos González, pediatra


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viernes, 14 de agosto de 2009

Somos nuestro propio alquimista encargados de transmutar constantemente las células sin vida en la encarnación viva de nosotros mismos.


Para reclutar la ayuda de un mago, debemos ser fuertes en la verdad, no obstinados en nuestros juicios.
La alquimia es el arte de la transformación. Según las enseñanzas de los magos, los secretos de la alquimia existen para hacer pasar a los mortales de un estado de sufrimiento e ignorancia a un estado de iluminación y dicha. Merlín dijo una vez “La alquimia opera en todo momento es imposible impedir las transformaciones que se presentan en todos los niveles de la vida. Es tu transformación lo que me interesa. Comparada con eso la transformación de un metal inferior en oro es una minucia “La alquimia es una búsqueda y esa búsqueda tiene siempre un mismo propósito: hallar la perfección. De la misma manera como el oro es el más perfecto de los metales porque no se corrompe, la perfección en el ser humano significa liberarse del dolor, sufrimiento, la duda y el temor.
“¿Pero que pasa si los seres humanos no logramos llegar a la peerfección? ¿Qué tal si en realidad somos tan débiles e imperfectos como parecemos?”, preguntó Arturo…

“El secreto no está en cómo buscar”, contestó Merlín, “sino en hasta dónde buscar”.

Las búsquedas son aventuras personales y cada paso debe darse en soledad. Pero Merlín tenía mucho que decirle a Arturo antes que iniciara su búsqueda. “Te he dicho muchas veces que ese montón de carne y huesos no es tu cuerpo, que esta personalidad limitada que experimentas no eres tu. Tu cuerpo realmente es infinito y uno con el Universo. Tu espíritu abarca a todos los demás espíritus y no tiene límites en el espacio o tiempo. El trabajo de la alquimia te permitirá vislumbrar estas verdades”.

Cuando Merlín dijo estas palabras la era de los magos casi terminaba para dar paso a una nueva época, regida por la razón. La razón sostiene que la alquimia es imposible, y a medida que los magos fueron quedando relegados a la penumbra de la leyenda, las personas comenzaron a aceptar que en realidad estaban limitadas a vivir como montones finitos de carne y hueso, en pequeños rincones del tiempo y el espacio.

Incluso cuando siendo niño, Arturo estaba deseoso de emprender su primera búsqueda, y esperaba ansiosamente un caballo y un mapa. Pero Merlín le dijo: “Los mapas no sirven para nada en el lugar a donde vas, porque el territorio que te espera cambia constantemente, sería como hacer el mapa de un río”.

Una vez que aceptamos que somos el flujo de la vida, la búsqueda de la perfección se convierte en una aventura más allá de lo finito. Las cosas que son perfectas dentro de nosotros son la esencia, el ser y el amor y es imposible limitarlas en el tiempo y el espacio. La esencia, el ser y el amor que componen al ser humano tienen una vida propia que comienza y termina con la conciencia invisible.

“Puedo verte en forma de nube de energía”, le dijo Merlín a Arturo. “Y tu puedes verme de igual manera pero aún así, eso no es nuestro verdadero yo. Las energías son sólo un material más, pero a un nivel más sutil”.

“¿Qué clase de energías?” preguntó Arturo.

“Llamémosle luz y sombra, que juegan alrededor de tu forma mientras sientes y piensas. La luz cambia dependiendo si estás triste o alegre, inspirado o fatigado. Algunos mortales pasan por este mundo como luces resplandecientes mientras que otros lo hacen como sombras negras. Pero independientemente de la luz, esta no es tan real como el silencio puro que hay en tu interior”.

“¿Por qué no me veo a mí mismo como tu lo haces?” preguntó Arturo.

Porque esas energías actúan como capas: algunas son densas y otras livianas y no hay dos personas que estén compuestas de la misma manera. Mientras que no te deshagas de esas capas, no podrás reconocer el núcleo brillante y eterno que anida en tu centro”.

Según la alquimia, los cuatro elementos -tierra, agua, fuego y aire- se combinan para llegar al mágico producto denominado vida. No hay duda de que estamos hechos de tierra, aire y agua modificados a partir de una forma preliminar, como el alimento. Sin embargo no es posible destilar el fuego que anima estos elementos sin vida porque no es un fuego visible ni siquiera un calor metabólico.

Es el fuego de la transformación, los transformadores y los transformados. Somos nuestro propio alquimista encargados de transmutar constantemente las células sin vida en la encarnación viva de nosotros mismos. Este es el acto más creativo y mágico que podemos realizar

De “El sendero del mago”
Deepak Chopra
Publicado por gabriela en LA PRESENCIA





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miércoles, 12 de agosto de 2009

¿Que es la paz interior?




La paz interior es la tranquilidad espiritual, el aprender a sentir, y fluir, lo importante que es fluir, a veces no nos damos cuenta de lo importantisimo que es ser conscientes del aqui y del ahora, como diria la terapia gestaltica, y tambien eckhart tolle,cuando estamos en esa sintonia “alfa”, podemos aprender el ser mas concientes de la conexion cuerpo-mente, nos damos cuenta de lo importante que es tomar la vida con serenidad, de los mensajes que nuestro cuerpo nos manda.

La paz interior, es poder disfrutar de ese amanecer y sentirlo, de sentir una caricia, de poder sentir un abrazo, de poder sentir la brisa del mar en nuestro rostro, la paz interior, es el reconocer que somos, de reconocer nuestra esencia, nuestro ser interno, de poder sintonizarnos con el universo, ya que formamos parte de el como diria deepack chopra.


CARLOS GAVANCHO LIMA(Peru)

Amigos son los Amigos...Un bonito cuento de Paulo Coelho.



Un hombre, su caballo y su perro iban por una carretera. Cuando
pasaban cerca de un árbol enorme cayó un rayo y los tres murieron
fulminados.

Pero el hombre no se dio cuenta de que ya había abandonado este
mundo, y prosiguió su camino con sus dos animales (a veces los
muertos andan un cierto tiempo antes de ser conscientes de su nueva
condición...)
La carretera era muy larga y colina arriba. El sol era muy intenso,
y ellos estaban sudados y sedientos.

En una curva del camino vieron un magnifico portal de mármol, que
conducía a una plaza pavimentada con adoquines de oro. El caminante se
dirigió al hombre que custodiaba la entrada y entabló con él, el
siguiente diálogo:
- Buenos días.
- Buenos días - Respondió el guardián.
- ¿Cómo se llama este lugar tan bonito?
- Esto es el Cielo.
- ¡Qué bien que hayamos llegado al Cielo, porque estamos sedientos!
- Usted puede entrar y beber tanta agua como quiera. Y el guardián
señaló la fuente.
- Pero mi caballo y mi perro también tienen sed...
- Lo siento mucho - Dijo el guardián- pero aquí no se permite la
entrada a los animales.

El hombre se levantó con gran disgusto, puesto que tenía muchísima sed,
pero no pensaba beber solo. Dio las gracias al guardián y siguió
adelante.

Después de caminar un buen rato cuesta arriba, ya exhaustos los
tres, llegaron a otro sitio, cuya entrada estaba marcada por una
puerta vieja que daba a un camino de tierra rodeado de árboles.

A la sombra de uno de los árboles había un hombre echado, con ya
cabeza cubierta por un sombrero. Posiblemente dormía.

- Buenos días - dijo el caminante.
- El hombre respondió con un gesto de la cabeza.
-Tenemos mucha sed, mi caballo, mi perro y yo.
- Hay una fuente entre aquellas rocas - dijo el hombre, indicando el lugar.
- Podéis beber toda el agua como queráis El hombre, el caballo y el
perro fueron a la fuente y calmaron su sed.


El caminante volvió atrás para dar las gracias al hombre.

- Podéis volver siempre que queráis - Le respondió éste.
- A propósito ¿Cómo se llama este lugar?- preguntó el hombre.
- CIELO.
- ¿El Cielo? Pero si el guardián del portal de mármol me ha
dicho que aquello era el Cielo!
- Aquello no era el Cielo. Era el Infierno - contestó el guardián.

-

El caminante quedó perplejo.
- ¡Deberíais prohibir que utilicen vuestro nombre! Esta
información falsa debe provocar grandes confusiones! - advirtió el
caminante.

- ¡De ninguna manera!-increpó el hombre - En realidad, nos hacen un gran
favor, porque allí se quedan todos los que son capaces de abandonar
a sus mejores amigos...


(Paulo Coelho)

domingo, 9 de agosto de 2009

" Cuidar y Sanar las Emociones "



El ajetreo diario y las tensiones a las que nos vemos expuestos hacen mella en las emociones, que necesitan de nuestro cuidado para que podamos vivir con armonía y optimismo. Texto Francesc Miralles
La medicina occidental ha desarrollado sofisticadas terapias para sanar el cuerpo de los múltiples trastornos y altibajos a los que está expuesto. Al menos, en el Primer Mundo, cada vez vivimos más y mejor, lo que no significa necesariamente que seamos más felices. Como contrapartida, es justo cuando dejamos de ocuparnos de la supervivencia, cuando empiezan a surgir problemas de otra índole. Personas con buena salud que gozan de todas las comodidades se convierten en víctimas de la depresión, de la ansiedad o, simplemente, viven en una continua apatía que no les permite disfrutar de la vida. Y todo esto ocurre porque no han prestado atención a las emociones, que deben ser nutridas para que muestren su lado más radiante. Por esa razón, es importante construir un balneario emocional donde dar descanso y alimento a nuestro biosistema personal de la felicidad.
Lo que sentimos es la antesala de lo que hacemos. Así como detrás de cada acción hay un pensamiento, detrás de cada pensamiento hay una emoción. De hecho, el término “emoción” viene justamente de la voz latina “motere”, que significa “mover”. Sobre esto, Van Gogh decía: “Las pequeñas emociones son los grandes capitanes de nuestra vida, y les obedecemos sin darnos cuenta.” Para cuidar de nuestra salud emocional, por lo tanto, hay que revisar de vez en cuando lo que mueve nuestro rumbo vital.

Modular los cambios

Más que ayudarnos a navegar por las tormentas, las emociones son las tormentas mismas, puesto que deciden el clima de nuestra travesía vital. Al igual que cada lugar en el mundo tiene una meteorología propia, toda persona pasa a lo largo de su vida, e incluso en un mismo día, por diferentes estados de ánimo. Nuestro clima interior es un delicado biosistema en el que, a veces, luce el sol, pero, otras, los problemas penden sobre nosotros como pesadas nubes. A los horizontes amplios y radiantes siguen las lluvias con las que nos deshacemos de viejas tristezas y limpiamos el cristal con el que miramos el mundo.
La naturaleza humana es dinámica y, sin embargo, vivimos lo que nos sucede como si fuera permanente. Cuando nos sentimos tristes, nos cuesta pensar que la tempestad acabará amainando. Del mismo modo, experimentamos los momentos de alegría como si los rayos de la felicidad no se fueran a apagar nunca.Para modular estos cambios que tanto nos afectan, pero que son necesarios y se complementan entre sí, podemos procurarnos un balneario emocional a través de herramientas como la meditación, el yoga, la lectura o la música bien elegida, ya que ésta conecta directamente con nuestras emociones.
El religioso norteamericano Fulton J. Sheen decía que “cada persona se hace su propio clima; determina el color del cielo en su universo emocional”. Ésa es la buena noticia. Sin embargo, para teñir nuestras emociones de tonos alegres, antes debemos entender a qué estímulos responden.

El barómetro emocional

Uno de los psicólogos que más se han ocupado de esta cuestión es el serbio V. J. Wukmir, quien en la década de 1960 definió la emoción como una respuesta sobre el grado favorable o desfavorable de una determinada situación. Si un estímulo parece favorecer la supervivencia, experimentaremos una emoción positiva. Si augura lo contrario, la emoción será negativa y nos pondremos a la defensiva. En ese sentido, nuestras emociones son un barómetro que nos prepara para lo que nos espera en el futuro inmediato.
Wukmir lo explica así: “Cuando entramos en una reunión, lo primero que hacemos es percibir a las personas que están en la sala y, casi simultáneamente, empezamos a experimentar nuevas emociones relacionadas con la nueva situación. Si lo que sentimos es positivo y agradable, significa que nuestro mecanismo emocional valora que la situación, lo que allí ocurre, es favorable para nuestra supervivencia –negocios, afecto, conocimientos, etc.–. Por el contrario, si nos sentimos mal –inquietos o forzados– significa que nuestro mecanismo emocional cree que la situación puede perjudicarnos.”
La emoción es un mecanismo fundamental que poseen todos los seres vivos para orientarse en su lucha por la supervivencia. El problema llega cuando nos equivocamos en nuestra valoración emocional. Así como hay barómetros mal calibrados, a menudo percibimos como amenazas estímulos que no representan ningún peligro para nosotros, o bien, valoramos positivamente hábitos o personas que nos están perjudicando. Cuando lo que sentimos no se corresponde con la situación real, podemos hablar de un desajuste emocional que requiere nuestra atención.

El gimnasio de los sentimientos

Desde que en el año 1995 el doctor en Psicología Daniel Goleman popularizara la “inteligencia emocional” como alternativa al coeficiente intelectual, esta habilidad es reconocida en todos los ámbitos de la actividad humana. Tanto si se trata de un test de capacitación laboral como de una evaluación clínica, la IE define las probabilidades de éxito y nuestro bienestar personal.
Este autor completa la idea de Wukmir sobre la emoción como profecía de lo que creemos que va a suceder: “Nuestra mente no está organizada como un ordenador que nos brinda una pulcra copia impresa de los argumentos racionales a favor y en contra de una determinada decisión basándose en todas las ocasiones anteriores en que hayamos tenido que afrontar una situación similar. En su lugar, la mente hace algo mucho más elegante: calibrar el poso emocional que han dejado las experiencias previas y darnos una respuesta en forma de presentimiento o de sensación visceral.”
Tal como hemos visto anteriormente, el problema surge cuando los presentimientos no parten de los estímulos externos, sino de prejuicios o distorsiones del propio observador. Un barómetro emocional mal calibrado, además de provocarnos sufrimiento, nos hace comportarnos de forma caprichosa o desproporcionada ante los demás, con lo que experimentamos un rechazo que minará aún más nuestra autoestima.
Del mismo modo que las personas con poca conciencia de su cuerpo tienden a maltratarlo y a sufrir más accidentes que el resto, un primer paso para tomar el control de nuestras emociones es reconocerlas. Según Goleman, las personas que no son conscientes de lo que sienten son “analfabetos emocionales”, es decir, no han aprendido a leer los mensajes que afloran de lo más profundo de la conciencia. “Para sensibilizarnos con el ruido subterráneo de estados de ánimo y emociones, es necesario hacer una pausa mental, algo que raramente nos permitimos. Nuestros sentimientos nos acompañan siempre, pero rara vez nos damos cuenta de ellos. Al contrario, solamente nos percatamos de ellos cuando se han desbordado (…). Es como si nuestras emociones tuvieran su propia agenda, pero nuestras agitadas vidas no les dejaran espacio ni tiempo libre y, en consecuencia, se vieran obligadas a llevar una existencia subterránea. Toda esa presión mental termina sofocando la voz interna que constituye la más segura brújula para navegar adecuadamente por el océano de la vida”, añade Goleman.
Por su parte, el especialista en motivación Greg Anderson se refiere en su libro Las 22 leyes del bienestar al error que supone pensar que nuestra felicidad depende sólo de comer de forma equilibrada y hacer ejercicio regularmente, aunque ambas actividades son necesarias. Dado que la alegría es la emoción más genuina del bienestar, debemos tonificarla en nuestro balneario interior con tres leyes no negociables:
1. La ley de la resistencia al estrés. Lo importante no es lo que nos pasa, sino lo que hacemos con lo que nos pasa. Por lo tanto, una forma de cuidar nuestras emociones es no ceder al torbellino del estrés. Antes de que nuestro biosistema anímico nos pase factura, debemos detenernos y reajustar nuestro ritmo de vida.
2. La ley de la elección emocional. Si ser conscientes de nuestros sentimientos es una habilidad esencial para la vida, hay que promover aquellas situaciones y personas que generen en nuestro interior una respuesta emocional positiva. Cuando llegue el sentimiento negativo, entonces debemos reciclarlo en su vertiente útil y positiva.
3. La ley del desarrollo de la motivación. Cuidar las emociones depende también de que sepamos desarrollar adecuadamente nuestro talento. Las personas que invierten su energía en actividades que les aportan buenos resultados tienen una mayor autoestima y son más resistentes a los contratiempos.
A estas tres leyes para desatar la alegría y las emociones relacionadas, podríamos añadir una cuarta esbozada por André Gide. Se trata de que frecuentemente boicoteamos nuestro clima emocional comparándonos con otras personas. Pero, ¿qué sucede cuando la comparación se produce entre diferentes momentos de nuestra historia personal? Según el Nobel de Literatura francés: “Si de verdad quieres ser feliz, no caigas en la tentación de comparar este momento con otros momentos del pasado, los cuales no supiste disfrutar porque los comparabas con los momentos por venir.”
Así como alimentamos el cuerpo y acudimos al médico cada vez que nos duele algo, las emociones también exigen nuestros cuidados para desarrollarse de forma saludable.

Contagio emocional


Al igual que el peligro de nuevas pandemias, como los brotes de gripe de origen animal, preocupa a las autoridades sanitarias y desata medidas excepcionales, también en un nivel individual, cuando una persona cercana estornuda, nos cubrimos la boca para protegernos. Sin embargo, pocos son conscientes de que las emociones también son contagiosas y que, por lo tanto, en lo posible, debemos evitar el contacto con aquellas personas que son una fuente de energía negativa.
Ahondando en un concepto apuntado por Goleman, el experto en comunicación Ferran Ramon-Cortés afirma que “todos tenemos a nuestro alrededor gente que al poco de estar con ellos nos transmiten su energía y con quienes, sin saber muy bien por qué, nos sentimos bien. Pero también hay gente que, al relacionarnos con ellos y muy a nuestro pesar, nos deprimen, nos entristecen y nos consumen la energía que tenemos. Todo esto nos ocurre porque en nuestra relación con los demás, cada día y en cada ocasión, nos contagian sus emociones. Esto explicaría por qué a veces llegamos al final del día con un humor al que no sabemos dar explicación. Sin que haya sucedido nada especial, podemos sentirnos eufóricos y optimistas, o bien, apáticos y abatidos. Más allá de los logros y acontecimientos de la jornada, nuestro balance anímico dependerá de las emociones que hayamos intercambiado con los demás a lo largo del día.
En palabras de Ramon-Cortés, “tomar conciencia del contagio emocional puede dar un giro de 180 grados a nuestras relaciones y a nuestra vida. En primer lugar, porque podremos hasta cierto punto protegernos de los contagios nocivos de los otros; evitándolos o tomando distancia. Pero, sobre todo, porque tendremos la oportunidad de dejar de contagiar accidentalmente emociones negativas y elegir de forma consciente y deliberada lo que queremos contagiar. Todos preferimos relacionarnos con gente que nos carga las pilas más que con gente que nos consume energía. Elegir de forma consciente qué queremos contagiar nos ayudará a mantener mejores relaciones y nos hará tener mejores compañeros de viaje.”
Por lo tanto, no sólo debemos elegir personas emocionalmente saludables como compañeros de vida, sino que debemos ser conscientes de los sentimientos que contagiamos nosotros a los demás. Si, por ejemplo, nos embarga la ira, la envidia o la confusión, por respeto a la salud emocional de los demás es aconsejable guardar cama en el balneario interior –puede tratarse de media hora, hasta que pase la ofuscación– y reprender el intercambio con el mundo cuando tengamos algo positivo que ofrecer.
Dado que a menudo las emociones se expresan y contagian a través de las palabras, podemos aplicarnos una máxima de la sabiduría japonesa que, en casos de irritación, recomienda: “Lo que tengas que decir, dilo mañana”.
Crear un pequeño oasis cotidiano para compensar las tensiones que se acumulan en nuestro ecosistema emocional es, en ese sentido, una medida terapéutica altamente efectiva. Una hora diaria dedicada a nutrir el alma a través de la lectura, la música, o bien, su complemento –el silencio–, nos permite recargar las baterías. Y lo mismo ocurre con la pintura.
Cenar nuestro plato predilecto, ver una película que nos haga llorar… Cada persona debe explorar los ingredientes más adecuados para su propio masaje interior, ya que todos los hábitos que nos conectan con lo más puro y espontáneo de nosotros son bienvenidos en el balneario emocional.
También en nuestras relaciones con los que nos rodean podemos procurarnos vitaminas emocionales a través de conversaciones agradables, de la complicidad y del buen humor, pero para ello, antes debemos cultivar y nutrir individualmente las emociones que son los pilares de nuestro bienestar.

Las nueve grandes emociones

Los especialistas han clasificado las emociones humanas en nueve grandes categorías. Cuatro de ellas son el placer, la sorpresa, el amor y la alegría. Las otras cinco son de signo negativo:
MIEDO: Esta alarma emocional nos pone en guardia frente a un peligro real o imaginario. Al sentirnos amenazados, se disparan la ansiedad y los pensamientos catastrofistas. Si nos dejamos condicionar por esta emoción, puede derivar en una fobia paralizante.
Remedio: las terapias conductistas hacen hincapié en no rehuir las situaciones que desatan el miedo, ya que con eso solamente logramos reforzarlo. Para superarlo, lo mejor es exponernos progresivamente a aquello que tememos. De esta forma, la huella negativa irá quedando cubierta por otras positivas.
RECHAZO: Es una emoción defensiva que hace que nos blindemos ante la persona o la situación que nos produce aversión. Cuando nos sentimos así, levantamos un muro entre nosotros y los demás.
Remedio: deberíamos comprobar si esta reacción responde a causas objetivas o está motivada por algún prejuicio. En este último caso, hay que analizar por qué nos sentimos así. El antídoto contra el rechazo patológico al mundo exterior es la empatía: ponernos en el lugar de los demás y entender la situación desde otros puntos de vista.
VERGÜENZA: Experimentamos esta emoción cuando nos sentimos vulnerables ante los demás. Lleva implícito un sentimiento de culpabilidad motivado por la baja autoestima. Tenemos miedo de no ser aceptados por los otros, de no estar a la altura de sus expectativas.
Remedio: para desactivar esta emoción, hay que dejar de conceder tanta importancia a lo que los demás piensen de nosotros. Un buen ejercicio para vencer la vergüenza es apuntarse a un grupo de teatro de aficionados o –para los más tímidos– formar parte de un coro. Cualquier actividad que nos exponga a la mirada del público es sanadora.
IRA: Esta emoción se desata cuando no somos capaces de afrontar un conflicto o cuando nos sentimos frustrados ante nuestra falta de recursos para solucionar un problema. La ira siempre es un escape, una puerta trasera por la que huir cuando fracasamos.
Remedio: el primer requisito para desactivar la ira es reconocerla. Cuando somos conscientes de que hemos perdido el control y nos hacemos daño a nosotros mismos y a otras personas, esta emoción negativa se puede revertir en reflexión y diálogo para resolver el conflicto.
TRISTEZA: Es muy compleja y puede obedecer a causas muy diversas. Si acabamos de vivir una experiencia traumática, como, por ejemplo, una pérdida personal, es necesaria y natural. Sin embargo, a veces tiene su origen en nuestro pesimismo o en la autocompasión. Hay que tener cuidado porque si la alimentamos, puede derivar en una depresión.
Remedio: además de compensarla con actividades que provoquen la emoción contraria –esto es, la alegría—, la tristeza se puede rebajar tomando conciencia de que es algo temporal. De hecho, el esfuerzo por ser permanentemente felices puede acabar desembocando en la desesperación. Por lo tanto, si aceptamos los vaivenes de la vida con naturalidad, sin aferrarnos a la emoción del momento, lograremos una mayor armonía.
Uno de los mejores antídotos contra la tristeza es, sin duda, desarrollar el sentido del humor, ya que éste procura una distancia entre nosotros mismos y la situación, por complicada que sea, que estamos viviendo. n

Diccionario de ecología emocional

Jaume Soler y M. Mercè Conangla han acuñado, en la obra del mismo título, el término de «ecología emocional» para definir el arte de gestionar nuestras emociones para nuestro bienestar y crecimiento.
Abono emocional: Lo constituyen las vitaminas anímicas que nos ayudan a vivir: felicitaciones, sonrisas, abrazos…
Agujero en la capa de ozono: Se produce cuando recibimos estímulos para los que no tenemos protección o filtro, como las críticas o también nuestra propia susceptibilidad.
Biodegradable: Emociones negativas que debemos permitir que cambien, evolucionen o desaparezcan.
Cartografía emocional: Información afectiva que nos señala las zonas peligrosas, las rutas adecuadas o las gratificaciones.
Contaminación: La constituyen los afectos en mal estado, como la irritación, el enojo, el desánimo o el rencor. Son contagiosas y afectan a otras personas.
Conservas emocionales: Situaciones agradables que podemos retener para evocarlas en situaciones difíciles.
Desierto: Momento emocional en el que nos sentimos en tierra yerma, solos y sin recursos para cambiar la situación.
Lluvia ácida: Partículas tóxicas que acaban creando un efecto invernadero en nuestra vida interior. Lo forman el mal humor, la agresividad, la envidia…
Energía emocional: Es el combustible que nos ayuda a vivir, como la motivación, la alegría, el amor o la ternura.
Reciclaje: Todo sentimiento puede ser reutilizado de forma beneficiosa. Los celos nos señalan aspectos que podemos mejorar, la ira puede virar en energía positiva y la envidia, en colaboración con los otros.
Reservas emocionales: Son los espacios de intimidad que debemos reservar, ya que son indispensables para que disfrutemos de una mejor calidad de vida.

Alimentos para equilibrar la mente
En su libro La cocina de la felicidad (Ed. Urano), la experta en nutrición Adriana Ortemberg analiza cómo lo que comemos habla de nuestras emociones y cómo los mismos alimentos nos sirven para recobrar el equilibrio perdido. “Mientras en la dietética clásica –apunta la autora–, el interés se fija, sobre todo, en la provisión de calorías y nutrientes; en las corrientes orientales lo que comemos es indivisible de la energía que se genera en nuestro organismo.”
De igual manera, la medicina tradicional china señala una correspondencia entre las preferencias y los rechazos por ciertos sabores y la vitalidad de los órganos o los estados emocionales. A través de esta óptica podemos saber qué nos conviene en ciertos momentos de desequilibrio. Así, por ejemplo, si hay deseos de dulce, es que tenemos un bazo debilitado, lo que se corresponde con estados de preocupación, ansiedad o depresión. El consejo no es tomar azúcar, sino otro tipo de dulces, como manzanas, arroz o legumbres. El sabor salado se corresponde con el riñón y la vejiga, y los miedos a nivel emocional, de ahí que algunos temores puedan ocultar problemas renales.
Lo ácido tiene que ver con el hígado y la vesícula y con el carácter irascible. En este caso, se dice que hay un exceso de calor en esos órganos y que se deberá refrescar con alimentos que tonifiquen la energía yin, como los cítricos y las peras.
Lo amargo es alimento para el hígado, pero a nivel energético es un sabor que estimula el corazón y el intestino delgado y se relaciona con la alegría y el amor.
Por último, lo picante se vincula con el pulmón y el intestino grueso, y con la tristeza en lo emocional. Ante un estado de melancolía, se puede añadir a la comida un poco de guindilla, nuez moscada, mostaza, ajo o berros, pero sin pasarse.

Etiquetas: ansiedad, crecimiento, depresion, emocional, emociones, inteligencia, personal

Publicado por violeta en Alta EDUCACION - Educación de Alta Conciencia

martes, 4 de agosto de 2009

Video sobre los efectos secundarios graves y la mentira informativa peligrosa de la vacuna de la gripe A

No dice nada que no haya averiguado de otros medicamentos o vacunas, como que en realidad las empresas farmaceuticas y los medicos se basan en la provocación de miedo para que sigamos siendo dependientes a riesgo de perder nuestra verdadera salud.

Lo que ocurre es que este video en concreto esta muy bien documentado y muy bien montado con muchas referencias que se pueden comprobar.

Por ello os lo envio

Un saludo.


Muy importante. Los efectos secundarios graves de la vacuna. Y toda la manipulación masiva sobre el pánico a una de las enfermedades que mata un 99% menos que la gripre común, pero que la gente esta empezandoa tmer más que al Sida.
Este vídeo sobre la pandemia os aclarará un poco más la situación. En España ya están contando la obligatoriedad de la vacunación en escuelas, hospitales, etc


Aqui teneis el enlace.
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lunes, 3 de agosto de 2009

Vivir un mundo libre y saludable



La energía que mueve el mundo conduce a las personas a la libertad y a la realización cuando son capaces de amarse a sí mismas y a los demás sin esperar nada a cambio. Por Francesc Miralles.

En su libro Martes con mi viejo profesor, el periodista Mitch Albom cuenta lo que le sucedió en uno de los momentos de mayor confusión de su vida. Aupado en la cima del éxito, tenía la impresión de haber perdido el control sobre su existencia, cuando contactó casualmente con un viejo profesor de universidad, Morrie Schwartz, que le dio las lecciones finales en la antesala de la muerte. Hasta el último suspiro, alumno y maestro se reunieron cada martes para debatir sobre qué es lo que cuenta al final de todo. Estas lecciones llenas de sentido común y humanidad tuvieron como protagonista el amor. En opinión del viejo profesor, la mayoría de personas consumen la vida tratando de engullir algo nuevo: un juguete, un coche, una propiedad inmobiliaria… Pero nunca están satisfechas. Según el profesor, “estas personas tenían tanta hambre de amor que aceptaban sucedáneos. Abrazaban cosas materiales y esperaban que éstas les devolvieran el abrazo de alguna manera. Pero eso no da resultado nunca. Las cosas materiales no pueden servir de sucedáneo del amor, ni de la delicadeza, ni de la ternura, ni del sentimiento de camaradería.”
En sus últimos compases, Morrie Schwartz había comprendido que el dinero, el poder o el éxito nunca pueden sustituir al amor. Pero ¿qué es esa energía que hace mover el mundo?

El mito de la media naranja

Uno de los primeros pensadores que hablaron largamente sobre el amor fue Platón. En El banquete, llega a afirmar que es una energía tan poderosa que un ejército de amantes jamás podría ser vencido, ya que “no hay hombre tan cobarde a quien el amor no haga valiente y transforme en héroe”. Este diálogo se desarrolla durante un banquete –de ahí el nombre de la obra–, en el que los invitados inician una larga conversación sobre la naturaleza del amor, dando cada cual su visión del tema. Es, precisamente, en uno de esos discursos donde aparece por primera vez la expresión “encontrar la media naranja”, actualmente cuestionada por muchos psicólogos de pareja por considerar que todo ser humano es una naranja entera y no debe esperar a nadie para sentirse completo y realizado.
La fábula, contada por Aristófanes, explica que primitivamente existían tres razas humanas: los integrantes de una eran totalmente hombres; los de otra, mujeres, y la tercera, mitad hombres y mitad mujeres. Esta última especie eran los andróginos, inferior en todo a las otras dos. Los andróginos estaban unidos por el ombligo y tenían cuatro brazos, cuatro piernas y dos rostros en una misma cabeza, opuestos el uno al otro. Los dos seres unidos, al sentir amor entre sí, tenían hijos dejando caer la semilla a la tierra, como las cigarras. Además, era una raza fuerte y orgullosa, hasta el punto de que se atrevieron escalar el cielo para desafiar a la divinidad.
Para castigarles y restarles fuerza, Zeus los dividió en dos personas y encargó a Apolo la curación de la herida. Desde entonces, esas mitades se buscan y, cuando se encuentran, se abrazan para recuperar la unidad que tuvieron en el pasado.
El mito del amor romántico, ilustrado por Goethe en Las desventuras del joven Werther, bebe de esta antigua concepción de que al individuo le falta algo para sentirse completo y feliz. El desamor que sufre el protagonista por parte de su anhelada Lotte le lleva a quitarse la vida, actitud que fue emulada por muchos jóvenes de aquella época.
Todavía en la actualidad muchas personas contemplan el amor como el parche para una carencia existencial, lo que les lleva a crear relaciones de dependencia y a fracasar repetidamente.
cómo llegar a ser amado.

Tal vez el ensayo moderno más leído sobre el sentimiento que nos hace humanos sea El arte de amar, de Erich Fromm, publicado por primera vez en 1956. En esta obra, el psicólogo y humanista alemán se pregunta si amar es un arte que puede ser aprendido, como lo son otras capacidades humanas. El inconveniente es que el aprendizaje de este arte choca con algunos prejuicios y errores de base que impiden que incorporemos el amor de forma saludable a nuestra vida.
Fromm argumenta que “para la mayoría de la gente, el problema del amor consiste principalmente en ser amado más que en el hecho de amar, a la propia capacidad de amar. De ahí que el problema para ellos sea el hecho de conseguir ser amados, de ser dignos del amor. Para lograr este objetivo, siguen varios caminos. Uno de ellos, utilizado principalmente por los hombres, consiste en tener éxito, ser poderoso y rico, tanto como lo permita el margen social de su posición. El otro, usado especialmente por las mujeres, consiste en ser atractivo mediante el cuidado del cuerpo, de la ropa, etc. Pero hay otras formas de ser atractivo, empleadas tanto por hombres como por mujeres, como son las maneras agradables, la conversación interesante, ser útil, modesto, inofensivo…”
Otra de las dificultades que señala Fromm es que una persona sólo puede amar a otra si se conoce a sí misma y respeta su propia individualidad, ya que entonces estará preparada para comprender y respetar la de su pareja. Sin embargo, nuestro ritmo frenético de vida no nos permite conocernos, lo que dificulta un intercambio nutritivo con los demás. Por eso, ante la imposibilidad de conocer al otro, muchas personas tratan de moldear a su compañero según la imagen ideal que tienen de lo que debería ser el amor, lo cual sólo provoca su destrucción.
Fromm recurre al maestro Eckhart para definir el remedio universal contra todos estos males: “Si amas a todos los demás como a ti mismo, no lograrás realmente amarte, pero si amas a todos por igual, incluyéndote a ti, los amarás como a una sola persona.”
En sus conclusiones, este autor afirma que los ingredientes del amor maduro son el cuidado, la responsabilidad, el respeto y el conocimiento, tanto de uno mismo, como de los demás.

El valor de la paciencia

Justamente la responsabilidad es el talón de Aquiles de nuestra época, dominada por la búsqueda de satisfacciones inmediatas. La cultura del consumo sitúa el deseo fugaz como centro de nuestro sistema económico; tal vez por eso la paciencia es un valor en peligro de extinción.
Dos generaciones atrás, aunque las parejas estuvieran condicionadas por un rígido sistema moral, aplicaban la paciencia a un mal día o incluso a una temporada de menor entendimiento. Luego, en muchos casos, se reconducía la relación, que incluso salía fortalecida. Hoy en día, en cambio, parece que los sentimientos se han vuelto extremadamente volátiles. Un par de malentendidos o unas cuantas discusiones pueden acabar, en muchos casos, con la unión más sólida. En este sentido, la enorme oferta de relaciones en intenet contribuye a la dispersión. El amor se presenta como un producto de consumo y, si uno no está satisfecho con el que tiene en casa, simplemente puede adquirir otro fuera de ella.
Nada de esto ayuda a profundizar en el amor ni a construir lazos fuertes a partir de la responsabilidad, un valor muy bien expresado en un célebre pasaje de El principito, de Saint-Exupéry:
“Adiós –dijo el zorro–. He aquí mi secreto. Es muy simple: no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.
–Lo esencial es invisible a los ojos– repitió el principito, a fin de acordarse.
–El tiempo que perdiste por tu rosa hace que tu rosa sea tan importante.
–El tiempo que perdí por mi rosa…– dijo el principito, a fin de acordarse.
Los hombres han olvidado esta verdad –dijo el zorro–. Pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa.”

Darse libremente

Cuando se establece un vínculo fuerte entre dos personas, siempre existe el riesgo de que este lazo se convierta en una cadena hiriente. El amor mal entendido puede traducirse en celos, deseo de control y violencia psicológica o incluso física. El agresor ve a su víctima como parte de su propiedad y, ante el riesgo de perderla –como si le arrebataran esa mitad que tanto le ha costado conseguir– recurre a métodos de intimidación. Contra esta plaga que asola las páginas de sucesos de los periódicos, Jiddu Krish-namurti razona así:
“Libertad y amor van juntos. Amor no es reacción; si te amo porque me amas, se trata de un mero comercio, algo que puede comprarse en el mercado. Amar no es pedir nada a cambio, ni siquiera sentir que se está dando algo; y sólo un amor así puede conocer la libertad. (…) Debemos descubrir por nosotros mismos lo que significa amar, porque si no amamos, nunca podremos ser solícitos y atentos; nunca podremos ser considerados. ¿Qué significa ser considerado? Cuando ves una piedra afilada en un camino frecuentado por peatones descalzos, la retiras no porque te lo pidan, sino porque sientes por otro; no importa quién es y nunca lo conocerás. Plantar un árbol y cuidarlo, mirar el río y disfrutar la plenitud de la tierra… Para todo ello se requiere libertad, y para ser libre debes amar.”

Este pensador indio argumenta que el malentendido surge cuando se vincula el amor entre dos personas al sexo y al placer, cuando comparamos unas personas con otras y nos valemos de la autocompasión al creer que somos tratados injustamente. El néctar del corazón es, afirma Krishnamurti, darse con los ojos cerrados sin pedir nada a cambio y con compasión, lo cual implica “pasión por todo”. Nada queda excluido cuando entendemos que todo es valioso y digno de nuestro amor.
En el preciso momento en que queremos canalizar el amor en una determinada dirección, o bien juzgarlo de alguna manera, lo enturbiamos con una idea preconcebida de lo que debería ser. En sus propias palabras: “Dividir cualquier cosa entre lo que debería ser y lo que es resulta el modo más engañoso de habérselas con la vida”.
Tal vez amar sea sólo, al fin y al cabo, deshacernos de todas las cadenas que nos impiden entregarnos a la experiencia de vivir sin condiciones, amando cada cosa, momento y persona por lo que es, no por lo que creemos que debería ser.
Gracias a Violeta de http://altaeducacion.ning.com/