viernes, 14 de agosto de 2009

Somos nuestro propio alquimista encargados de transmutar constantemente las células sin vida en la encarnación viva de nosotros mismos.


Para reclutar la ayuda de un mago, debemos ser fuertes en la verdad, no obstinados en nuestros juicios.
La alquimia es el arte de la transformación. Según las enseñanzas de los magos, los secretos de la alquimia existen para hacer pasar a los mortales de un estado de sufrimiento e ignorancia a un estado de iluminación y dicha. Merlín dijo una vez “La alquimia opera en todo momento es imposible impedir las transformaciones que se presentan en todos los niveles de la vida. Es tu transformación lo que me interesa. Comparada con eso la transformación de un metal inferior en oro es una minucia “La alquimia es una búsqueda y esa búsqueda tiene siempre un mismo propósito: hallar la perfección. De la misma manera como el oro es el más perfecto de los metales porque no se corrompe, la perfección en el ser humano significa liberarse del dolor, sufrimiento, la duda y el temor.
“¿Pero que pasa si los seres humanos no logramos llegar a la peerfección? ¿Qué tal si en realidad somos tan débiles e imperfectos como parecemos?”, preguntó Arturo…

“El secreto no está en cómo buscar”, contestó Merlín, “sino en hasta dónde buscar”.

Las búsquedas son aventuras personales y cada paso debe darse en soledad. Pero Merlín tenía mucho que decirle a Arturo antes que iniciara su búsqueda. “Te he dicho muchas veces que ese montón de carne y huesos no es tu cuerpo, que esta personalidad limitada que experimentas no eres tu. Tu cuerpo realmente es infinito y uno con el Universo. Tu espíritu abarca a todos los demás espíritus y no tiene límites en el espacio o tiempo. El trabajo de la alquimia te permitirá vislumbrar estas verdades”.

Cuando Merlín dijo estas palabras la era de los magos casi terminaba para dar paso a una nueva época, regida por la razón. La razón sostiene que la alquimia es imposible, y a medida que los magos fueron quedando relegados a la penumbra de la leyenda, las personas comenzaron a aceptar que en realidad estaban limitadas a vivir como montones finitos de carne y hueso, en pequeños rincones del tiempo y el espacio.

Incluso cuando siendo niño, Arturo estaba deseoso de emprender su primera búsqueda, y esperaba ansiosamente un caballo y un mapa. Pero Merlín le dijo: “Los mapas no sirven para nada en el lugar a donde vas, porque el territorio que te espera cambia constantemente, sería como hacer el mapa de un río”.

Una vez que aceptamos que somos el flujo de la vida, la búsqueda de la perfección se convierte en una aventura más allá de lo finito. Las cosas que son perfectas dentro de nosotros son la esencia, el ser y el amor y es imposible limitarlas en el tiempo y el espacio. La esencia, el ser y el amor que componen al ser humano tienen una vida propia que comienza y termina con la conciencia invisible.

“Puedo verte en forma de nube de energía”, le dijo Merlín a Arturo. “Y tu puedes verme de igual manera pero aún así, eso no es nuestro verdadero yo. Las energías son sólo un material más, pero a un nivel más sutil”.

“¿Qué clase de energías?” preguntó Arturo.

“Llamémosle luz y sombra, que juegan alrededor de tu forma mientras sientes y piensas. La luz cambia dependiendo si estás triste o alegre, inspirado o fatigado. Algunos mortales pasan por este mundo como luces resplandecientes mientras que otros lo hacen como sombras negras. Pero independientemente de la luz, esta no es tan real como el silencio puro que hay en tu interior”.

“¿Por qué no me veo a mí mismo como tu lo haces?” preguntó Arturo.

Porque esas energías actúan como capas: algunas son densas y otras livianas y no hay dos personas que estén compuestas de la misma manera. Mientras que no te deshagas de esas capas, no podrás reconocer el núcleo brillante y eterno que anida en tu centro”.

Según la alquimia, los cuatro elementos -tierra, agua, fuego y aire- se combinan para llegar al mágico producto denominado vida. No hay duda de que estamos hechos de tierra, aire y agua modificados a partir de una forma preliminar, como el alimento. Sin embargo no es posible destilar el fuego que anima estos elementos sin vida porque no es un fuego visible ni siquiera un calor metabólico.

Es el fuego de la transformación, los transformadores y los transformados. Somos nuestro propio alquimista encargados de transmutar constantemente las células sin vida en la encarnación viva de nosotros mismos. Este es el acto más creativo y mágico que podemos realizar

De “El sendero del mago”
Deepak Chopra
Publicado por gabriela en LA PRESENCIA





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