viernes, 10 de julio de 2009

Sueñosypesadillasenñiñosyadultos



De Violeta.
¿Quién no ha tenido alguna vez una experiencia de déjà vu? ¿Y quién no se ha sentido fuera de lugar, extraño, desconcertado y hasta trastornado después de ella? El déjà vu es quizá uno de los ejemplos más significativos de que en el laberinto de la mente humana nada es lo que parece...


Cuando era niño y estaba en la escuela primaria solía protagonizar numerosas experiencias de este tipo. Por momentos, tenía la súbita sensación de saber que ya había vivido –o visto– antes una escena concreta. Recuerdo que durante el breve lapso de tiempo que duraba la experiencia esta me parecía no solo extraña, sino, incluso, “inconfesable”. ¿Cómo podía explicar a mi madre o a cualquier otra persona esa extraña sensación que me invadía? Se trataba de algo tan insólito para mí que cada vez que ocurría experimentaba sentimientos encontrados: primero, cierto grado de ansiedad, aunque positiva, derivada de la propia experiencia, y después, cierto temor por la incapacidad para explicarme el fenómeno a mí mismo y mucho menos a otras personas, que –estaba seguro– no podrían comprenderme. Aunque después, durante muchos años, rara vez volví a tener este tipo de experiencia, debo decir que sentí algún alivio cuando, ya adulto, supe que tenía un nombre –déjà vu–, que yo no era el único que la había experimentado y que, además, no era indicio de trastorno alguno.

EXPLICACIONES CIENTÍFICAS: Del proceso dual a las teorías atencionales


Las teorías científicas propuestas para explicar las experiencias de déjà vu que analizamos detalladamente a lo largo de este reportaje se pueden clasificar en cuatro grupos:
Teorías que afectan al proceso dual: dos procesos cognitivos que están fuera de sintonía durante unos momentos.
Teorías neurológicas: una interrupción en el curso de la transmisión sináptica o nerviosa.
Fallos en la memoria: familiaridad de estímulos no reconocidos.
Teorías atencionales: una percepción desatendida seguida de una atendida.

UNA EXPERIENCIA MUY COMÚN

Después de todo, es la “ilusión de reconocimiento” más común que muchas personas tienen. Lo bastante cercana a una experiencia paranormal, pero tan extendida que difícilmente puede encajar en la definición de “paranormal”. En el último siglo la experiencia de déjà vu ha sido muy poco investigada. En ocasiones se ha examinado a través del método estadístico, mediante encuestas; en otras, se han analizado casos individuales, y ambos tipos de estudios han llegado a conclusiones similares, que son las siguientes: a) cerca del 60% de la población saludable ha tenido al menos una experiencia de déjà vu a lo largo de su vida; b) la recurrencia del fenómeno aumenta con la edad y c) parece estar asociado al estrés y la fatiga. Aunque el déjà vu todavía aparece mencionado en muchos manuales de Psicología como un evento de incierto origen paranormal, la mayor parte de los psicólogos cognitivos actuales no comparte este punto de vista. Las dos interpretaciones principales de índole paranormal que se sugieren para explicarlo son, por una parte, los recuerdos vagos de una vida pasada, lo cual apoya la teoría de la reencarnación, y, por otra, las experiencias premonitorias de corto plazo. La primera, aunque posible, difícilmente puede dar respuesta a aquellas situaciones en las que el sujeto sabe con certeza que ese momento y ese lugar son únicos. En consecuencia, el déjà vu no puede atribuirse a un evento ocurrido en una vida pasada. La segunda, más probable, presenta escasas diferencias con respecto a las auténticas premoniciones, si bien estas vienen por lo general acompañadas de un sentimiento más perturbador, advierten sobre un peligro o una amenaza y no son tan vívidas desde el punto de vista sensorial como el déjà vu. Pero como esta ilusión de reconocimiento afecta a la percepción subjetiva del tiempo, no es extraño que las interpretaciones paranormales se ajusten a algún tipo de experiencia extrasensorial retro o precognitiva, sobre todo porque el individuo no logra reconocer con claridad si el evento pasó, está pasando o pasará. En cualquier caso, a principios de los años ochenta del siglo pasado el psiquiatra sudafricano Vernon Neppe propuso una definición para el fenómeno que sigue vigente hoy en la literatura psicológica contemporánea. Es la siguiente: “Cualquier impresión subjetiva errónea de familiaridad acerca de una experiencia presente, con pasado indefinido”. “En términos generales –aclara Neppe–, una experiencia de déjà vu se caracteriza principalmente por una escena visual, que dura solo unos pocos segundos, a veces asociada al estrés o la ansiedad, pero sin cambios sustanciales en el pensamiento o la emoción. La reacción psicológica es por lo general de sorpresa y las personas pueden experimentar la sensación de que ‘el tiempo corre más despacio’”.

VIAJES Y ESTRÉS


Según recientes estudios, las personas que viajan con frecuencia son más propensas a experimentar déjà vu porque se encuentran en ubicaciones físicas objetivamente nuevas más a menudo que quienes no viajan. Por ejemplo, un estudio de A. H. Chapman e I. W. Mensch mostró que entre quienes viajan mucho el grado de incidencia de las experiencias déjà vu es del 31%, mientras que en el caso de los sujetos que no viajan el porcentaje desciende al 11%. Un ejemplo de esto lo encontramos en el siguiente relato de Victoria T.: “Yo no había estado nunca en Europa. Hace tres años visité a mis abuelos, que viven en Málaga. Recuerdo la emoción que sentí cuando llegué a la ciudad. Fue una sensación muy rara, pero agradable. Caminaba por una pequeña calle serpenteante cuando, de repente, tuve la vívida y clara sensación de que ya había estado allí. La sensación era extraña, pero podía hasta predecir qué iba a encontrar al final de la calle. Anduve unos pasos y vi un auto rojo y un perro caminando frente a mí. De alguna forma supe que el auto y el perro pasarían frente a mis ojos, pero lo supe al mismo tiempo que lo estaba viendo”. Otros casos, explica Mensch, relacionan las experiencias de déjà vu con el estrés físico o psicológico, sugiriendo que lo más habitual es que se produzcan “después de períodos de estrés emocional o bajo un estado de fatiga mental extrema”. Mensch también identifica una serie de situaciones más propensas a que surja el fenómeno, como, por ejemplo, los períodos de depresión psicológica, los soldados que están en batalla y “otro tipo de situaciones emocionalmente estresantes”.
Extraido de http://www.altaeducacion.ning.com/